En América la Navidad se celebra con igual o mayor solemnidad que en Europa, adquiriendo extraordinario colorido especialmente entre las comunidades indígenas en las que el cristianismo enraizó profundamente. Esta fiesta esencialmente cristiana se puebla de manifestaciones particulares como son los grupos de niños que bailan para honrar al Niño Dios. Al llegar al pesebre rezan oraciones y entonan villancicos tradicionales; después del baile de adoración, que puede durar dos o tres horas, cantan otros de despedida.
El día 24, la capilla se llena de fieles que se multiplican para escuchar la misa de gallo, siempre y cuando el cura párroco, que viene desde la localidad de Tumbaya, pueda concurrir a realizarla.