El 8 de diciembre, Día de la Virgen, cada familia o institución arma un pesebre y se prepara para recibir a los fieles y celebrar el advenimiento del Niño Dios. Los nacimientos permanecen armados hasta el 6 de enero, día de Reyes, desfilando ante los mismos chicos y grandes.
Los niños eligen uno de estos por afinidad o compromiso, formando grupos de “adoración”, distinguiéndose de los otros por sus músicos, danzas y las vestimentas que lucirán para tal fin.
A partir del día 20 los grupos de niños acuden a las casas donde están los pesebres y bailan o adoran al Niño Dios al ritmo de la música ejecutada por las bandas de “sikuris”. Al finalizar comparten un chocolate preparado por la familia organizadora. No debe faltar en un lugar cercano al pesebre, un mástil de madera de más o menos 3 metros de altura de donde caen cintas de varios colores para realizar la “danza de las cintas”. Cada niño toma una de ellas y al son de villancicos, interpretados por los músicos, se trenzan y destrenzan las cintas otorgándole al palo diseños efímeros y variados. Por las noches los niños acuden a la iglesia para adorar el pesebre de la capilla dividiéndose en grupos según las edades y dificultad del baile.